No solamente es una iglesia ubicada a 3152 metros sobre el nivel del mar en Bogotá, es un plan familiar, la oportunidad de hacer deporte, ofrecer productos y comprarlos o la mejor manera para algunos de cumplir sus penitencias.
Algunos informes y trabajos encontrados en la red acerca de los inicios de la basílica de Monserrate datan sobre el siglo XVI, donde los peregrinos santafereños se reunían para celebrar la eucaristía en el cerro llamado en ese entonces de las nieves, sin embargo después del terremoto de 1917 la iglesia tuvo que ser reconstruida con un estilo neogótico.
Muchos de los fieles desconocen lo anterior como también desconocen que la estatua del señor caído esta hecha en madera y metal fundido, simplemente visitan y cumplen sus penitencias por la fe que tienen en ella.
A pesar de que la historia de Monserrate es interesante y compleja, en el camino hacia la iglesia se pueden encontrar muchas personas con diferentes historias que inclusive se generan en torno al cerro.
De esta manera encontramos la historia de Doña Gloria Jiménez, una señora de 48 años, madre soltera de 3 hijos mayores de edad y tímida a las cámaras fotográficas, quien vende achiras y roscas desde hace 30 años y quien heredo este trabajo de su mama.
Al preguntarle que significado tenia para ella Monserrate su respuesta fue: “Mi vida, ya que mi mama me crio aquí, me dio lo que pudo con el trabajo que realizo acá en el cerro, y eso mismo he hecho yo, sacar adelante a mis hijos, pagándoles el estudio con lo que gano aquí”.
Aunque doña Gloria no conoce nada de la historia de la creación de la Iglesia, tiene toda su fe y devoción en el señor de los milagros de Monserrate, al igual que Francisco Cadena, un señor de 58 años, quien al entrevistarlo nos comento que sube sagradamente cada domingo desde que tiene 30 años, cuando a su hija de 5 años se le descubrió una enfermedad incurable, por lo tanto le prometió al señor caído que subiría cada domingo para que su hija estuviera una semana mas en este mundo, y lleva 28 años haciéndolo.
Así como las dos anteriores historias podemos encontrar miles más, algunas tristes, otras con finales felices, otras de esfuerzo, otras de inspiración, pero al final todas se entrelazan en unos de los símbolos que tiene nuestra capital “el cerro de Monserrate”
Por:
Fredy Bastidas Jimenez